REPRODUCTOR MUSICA

lunes, 18 de abril de 2011

El maltrato, deténlo a tiempo.

14.32 H. Voy a escribir, pero quiero hacerlo bien. Quiero hacer eso que os gusta, cuando no temo a decir verdades aunque sean duras y suenen mal. Tengo que enfadarme mucho, muchísimo, tanto que llegue casi a reventar, cuando los ojos están a punto de inundarse de lágrimas de impotencia. Tengo que llegar a ese punto para poder sentir lo que escribo, porque cuando estás sintiendo, estás proyectando, y sentirlo es transmitirlo. Tengo que enfadarme mucho, muchísimo, para que vosotros os enfadéis también. Quizá si nos enfadamos todos logremos cambiar el mundo.

16.28 Y después de más de hora y media no estoy satisfecha con el resultado. Me parece demasiado importante, me parece que podría haberlo enfocado mejor. Realmente no se cómo plasmarlo. A veces no hace falta que te expliquen los sentimientos bordados con palabras rimbombantes. La realidad en su totalidad puede llegar a ser suficiente. No se decorar algo tan feo. La historia en profundidad no puedo contarla, pues tardaría días... Esto sólo pretende que si alguien se siente identificado haga sonar su alarma y sepa que debe alejarse a tiempo como hizo la chica de la historia. Quizá otro día esté más inspirada. Pero así se va a quedar.


Vean cómo piensa un maltratador en este enlace:  http://www.youtube.com/watch?v=Blvk-J0p16c, pero antes quiero dejar claro que esto es sólo un video grabado por un chico haciéndose pasar por maltratador para hacer despertar a esas chicas que viven en mitad de este huracán que arrasa sus mentes. Gracias, usuario  jhgh1974.

¿Cómo te atreves a levantarme la voz? ¿Quién te dio el derecho a insultarme? ¿Quién te crees para mirarme a los ojos con esa media sonrisa de payaso malvado y golpearme? 

Aquella tarde, en mitad de la discusión, ella sintió un puñal que se le clavaba en el corazón cuando por primera vez la llamaste "puta". Al principio no supo qué sentir, se debatía entre el dolor y el enfado. Al fin ganó  su orgullo y decidió no tolerártelo, se marchó. Pero luego te perdonó. Seguramente pensó que no sería tan importante, y que cuando te hiciera saber que no le gustaba que la llamases esas cosas dejarías de hacerlo. Dejó el suceso metido muy en el fondo de su montón de recuerdos para no tenerlo tan presente, pero no lo olvidó. Ya le habías gritado otras veces, ya sabía que tenías mal carácter, pero jamás antes le habías insultado, y es que el amor y los insultos no son compatibles. Y con pesadumbre le diste la razón y te excusaste como pudiste, pediste perdón una y mil veces prometiendo que jamás volvería a ocurrir y ella te creyó, porque quería creerte.

Pero no tardaste mucho en incumplir tu palabra. Y luego se repitió tantas veces que ella dejó de contarlas. Continuamente le decías que no la quería ni su familia, que era insoportable, que era incomprensiva, la llamaste estúpida y mil insultos más y siempre justificándote y pidiendo disculpas después, y volviendo a prometer que sería la última vez. Tu primer atisbo violento fue, como siempre, durante una discusión. En un momento te giraste hacia ella y rodeaste su cuello con tus manos y empezaste a gritar: ¿¿¿QUE TE PASA, EH???¿¿¿QUÉ TE PASA??? Y algo se removió en su interior. Su estómago se volvió fuego, sus mandíbulas se volvieron tenazas y con fuerza puso sus manos sobre las tuyas, incitándote a que las apretaras más y clavándote las uñas y mirándote directamente a los ojos te gritó que la próxima vez que hicieras algo así ibas a tener que matarla, porque lo primero que haría sería denunciarte. Soltaste tus manos. ¿Pediste disculpas? Ella ni se acuerda. Tus disculpas nunca fueron sinceras ni tus promesas fueron jamás cumplidas. Después de esto comenzó a vencerte la rabia y te volviste más violento. Golpeabas mesas, puertas, paredes, dabas puñetazos y patadas a todo lo que se te ponía por delante. Mientras hacías esto acercabas tanto tu rostro al de ella que hasta podía sentir tu aliento en sus mejillas y le gritabas que era para no golpearla a ella. Y ella intentó estar a la altura para dejarte claro que no te iba a tolerar esa actitud. En su interior algo le decía que debía dejarte, pero no lo hizo.

Y seguisteis adelante. Estaba tan acostumbrada ya a los insultos que algunas veces ni se daba cuenta, ahora le importaban más tus estados de violencia, cuando golpeabas todo y eras capaz de sacarla a empujones de la casa y cerrarle la puerta en la cara con un portazo estruendoso. Te había jurado que jamás iba a permitirte que te pasaras de ciertos límites, pero sin darse cuenta le estabas ganando terreno. Había vivido tantas veces esas situaciones que habían perdido su dramatismo, se habían vuelto habituales, normales, y aunque dentro de ella seguía sabiendo que no estaba bien estaba perdiendo fuerza. Nada servía contigo. Se repetía a si misma: idiota, déjale, sabes que tarde o temprano vas a acabar dejándole, ¿por que no ahora?

Y el tiempo pasaba... y ya incluso había dejado de quererte, porque más que alimentar su amor alimentabas su odio, pero aún así seguía contigo, y cada vez se sentía más débil, más cansada... no....¡AGOTADA! Con tus palabras conseguías marearla, confundirla, la realidad era distinta. Dios mío, es que incluso cuando no estabas ahí mismo parecía que seguías arrojando tus gérmenes de odio al ambiente. Más de una vez te pagó con tu misma moneda, volviéndose un poco como tú para poder luchar contra ti. Y después, cuando estabas calmado, cuando te volvías débil y pedías perdón, llegaba su momento de gloria y disfrutaba machacándote con mucha diplomacia con verdades lanzadas certeramente como flechas incandescentes. Y tú, patéticamente, llorabas y decías que tenía razón. Volvías a prometer una y mil veces que no pasaría más, incluso prometiste buscar ayuda profesional. A estas alturas ya sabía que eras un mentiroso, un manipulador, agresivo, egoísta... maldita sea, te odiaba. Lo habías conseguido. Ahora tenía fuerzas para dejarte. Y cuando por primera vez lo hizo tu reacción le hizo sentir miedo por primera vez. Siempre habías parecido tan... bobo que ni siquiera la agresividad te espabilaba. Sin embargo, no se dejó vencer por el miedo. El miedo era tu arma y ella lo sabía así que se volvió fuerte para no dejarse vencer. Si la vencías sabía que pasarías al siguiente paso y entonces estaría perdida.


Y qué le habrías hecho que le tenías comida la mente. La tenías enferma de paranoia, desazón... su mente no parecía suya. Cuando abres los ojos bajo el agua todo parece estar turbio, pastoso, no consigues ver con claridad... y así es como estaba ella. Por eso una y otra vez volvía contigo, y una y otra vez te dejaba. Amenazas, insultos, espectáculos vergonzosos... Ni siquiera en sueños podía descansar de ti. En la vigilia, pensar en ti le daba ansiedad. ¡¡SE CANSÓ, POR FIN!! Se cansó de verdad. No te dejó acercarte más a ella. Te ignoró por y para siempre. Dejó de permitirte que controlaras su mente. Quiso VIVIR y que la dejaras en paz. Eso le dio las fuerzas para vencer el lavado de cerebro que sin darse cuenta le habías hecho. Quizá tenga que dar las gracias porque tú solo eres un bobo y ella medianamente inteligente. Si ella hubiera sido más tonta, o quizá tú un poco más listo, no se lo que habría pasado... Pero tú seguiste ahí, comenzando el acoso, amenazándola para conseguir que volviera contigo, persiguiéndola, vigilándola, espiándola, esperándola. Maldito cabrón, ella llegó a sentir que jamás podría deshacerse de ti. 

Pero aunque le costó la misma vida, aunque tuvo que aguantar estoicamente para no flaquear y hundirse, fue capaz de sacarte de su vida como a un trasto viejo, como a un trasto inútil. Y ahora, después de decirte que lo se todo, déjame decirte lo que pienso de ti: Sólo eres un maldito cobarde que no tienes cojones de llevar un orden en tu vida. Vives un cuento épico en el que tú eres el vengador protagonista que vive sufriendo continuas afrentas de todo y de todos, tu imaginación está enferma. Responsabilizas a los demás por tus errores y fracasos. Crees que los demás están ahí para hacerte feliz. Me encantaría poder decirte a la cara lo ridículo que resultas presumiendo de hombría cuando sólo eres un despojo social, un enfermo que no quiere curarse, alguien que quiere conseguir su felicidad a la fuerza y a costa de la de los demás. Eres un egoísta que sólo te importas a ti mismo, sólo puedes verte, escucharte y sentirte a ti mismo. Los demás sólo existen a tu alrededor para satisfacer tus caprichosos deseos estúpidos. Cada vez que le lanzaste un insulto, cada vez que la miraste con odio, cada vez que la amenazaste descendías más en el escalafón, te hundías más en tu propia tragedia, te embadurnabas más de tu propia mierda.
Mientes para valer algo.
Presumes sin valer nada.
Amenazas, insultas, gritas y maltratas para adueñarte de algo que no es tuyo.
Y nunca lo será, lo que se quita por la fuerza es robado.
Mírate en un espejo, pero mira bien dentro de tus ojos y júrame mirando dentro de los míos que no te das asco. Ten los cojones de mirarte en lo profundo.
¿No puedes hacerlo? ¿Eres incapaz de soportar tu propio reflejo?
A mi también me repugnas.

¿Crees que tienes derecho a adueñarte de mi vida? ¿Piensas que por estar contigo soy de tu propiedad? ¿Crees que mi cuerpo y mi mente te pertenecen? ¿Quién te dio el derecho a maltratar?


No hay comentarios:

Publicar un comentario