REPRODUCTOR MUSICA

domingo, 29 de septiembre de 2013

"Big Crush"

Hasta los hielos más firmes se derriten, hasta las aguas más profundas se evaporan. Llueve sobre mojado y los charcos, al fin, se secan. Todo acaba en la niebla de fugaces recuerdos y sinceras nostalgias, y quiero sin quererlas nuevas tormentas que empapen el suelo desierto. Reconozco lo que ocurre: se acerca el invierno y se acaba tu mundo. Mis ojos se cierran mientras caigo poco a poco en el vacío y la nada. Es tu mundo agonizante el motivo por el que el mío se llena de lágrimas. Donde te guardé con la dolorosa avaricia del amor ahora te atesoro y espero, con los ojos cerrados y el silencio en los labios, tu "Big Crush". Llueve, por favor...antes de que me seque y me vaya.

Yesenia Pineda.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Canción de Septiembre.

Resignación sosegada mientras sus ojos se llenaban de ayer y silencio. Su voz a medias, contando un secreto, adornando la melodía con un susurro triste y sereno. 

Como la mano de un niño, su voz acariciaba cada palabra, cada secreto rozando su alma... ¡Y de repente se hizo fuego! Y la llama salió de sus adentros repleta de nostalgias, memorias y presentes desgarrados, quemando sus ojos y los de todos los presentes, volviendo cristal el vello y agarrando en un puño corazones y pulmones, arrojándonos sin piedad sus sentimientos más intensos, obligándonos a sentir in crescendo y sin tregua. Y ese fuego quemó recuerdos, pidió explicaciones, expió pecados y gritó auxilios lejanos... Y después no hubo restos de cenizas, sólo un humo sereno y lento cuyo aroma era percibido de forma distinta por cada uno de los presentes, pues cada uno le ponía el perfume de sus propios recuerdos. 

Yesenia Pineda.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Espejismos.


Permanece...
Tempestades que empapan el suelo caliente de finales de verano.
Nocturno. Me ilumina la luz brillante de inexplicable conocimiento que se enciende en mi mente.
Extraña calma que irrumpe a ratos, contaminada... 
¡Gritos!
Espejismo. 
El arco iris, lluvia y luz.
Permanece...
Yesenia Pineda.

sábado, 7 de septiembre de 2013

El grito

Yo creí que ibas a quererme desesperadamente. Soy así, me gustan los chistes malos y los amores eternos. Soy tu alma gemela, a la que expulsas de ese útero que es tu hogar y en el que te escondes. Soy ese perfume que se vuelve exquisito sólo cuando se mezcla con las feromonas de tu piel. Tú, esa melodía sin letra de notas dulces y amargas, ese ser que se dibuja perfecto en mis ojos y cuyos defectos describo como anécdotas encantadoras que mis labios saborearían como la miel más dulce, de esas tan deliciosas que jamás empalagan.

Tú, sumido en tus secretos y habitando en tu mundo inalcanzable, lanzando miradas tan plenas mientras tu boca pronuncia palabras inaudibles. Tu mirada... esa mirada, ¿por qué se llenan tus ojos si aclamas ufano su vacuidad? Tu mirada... ¿por qué se vuelven enormes tus pupilas cuando taladran el abismo de las mías?

Huyes, acaso, como un alma buscando una luz, dejando en mi mundo un vacío en el lugar sin fronteras en el que habitaban mi ilusión y mi sonrisa y dejándolo teñido de colores sin brillo ni contraste. No quiero vivir con tu fantasma... Lo veo (te veo), pero no puedo tocarte y si te hablo sé que jamás responderás. Tu fantasma me responde en ese idioma de ultratumba cuya gramática no quiero aprender. Le rezo a tu fantasma por ser lo único que me queda, y tu legado feliz me obliga al llanto escondido como si fuera un pecado. Te dejo marchar.

Tú, que crees que el tiempo sacará de mi esto que se desborda por cada poro, por cada miletro de mi cuerpo... ¿Cómo te explico que antes de que yo naciera ya estabas escrito en mí y que esto nació conmigo? ¿Cómo, si no me creerías? ¿Y para qué, si nada cambiaría? Te dejo marchar, aunque quisiera alargar mis manos y retenerte a pesar de que mis uñas salieran despedidas, arrancadas de mis dedos por tu apresurada partida.

Tú y yo... las piezas de un puzzle que forma la imagen inmaculada de un ideal para muchos logrado por pocos, la pureza y la simplicidad de lo natural y espontáneo, el equilibrio perfecto en un todo del que formamos partes iguales, lo que nunca creí que existiese y que me abrumó, me envolvió y me inundó demostrándome que mi corazón era aún más grande, tanto que podía cobijarte sin que te faltara un espacio para ser libre. Por eso te dejo marchar, porque te quiero de una forma que aún no se ha descrito, pero te quiero libre, y mientras te alejas te miro, gritándote todo esto en el más hipócrita de los silencios. Conservaré tu espacio eternamente.

Yesenia Pineda.