REPRODUCTOR MUSICA

lunes, 30 de diciembre de 2013

Déjame hacerte un informe sobre mi corazón

Déjame hacerte un informe sobre mi corazón:

Un médico diría que he muerto, que la línea es recta y el sonido es un desagradable "biiip" interminable. Un médico diría que mi corazón hace tiempo que no late, que ya está frío e inerte, que se endureció después de tanto tiempo fallecido. Diría que ya la reanimación es inútil, que no hay ya posibilidad alguna de que vuelva a funcionar como antaño. Un médico diría: "hora del éxitus...." y luego una fecha aleatoria... quizá cualquiera, y lo diría como cargando de tedio las palabras después de haberlas pronunciado en tantas ocasiones. Un médico experimentado cubriría mi rostro inmediatamente con una sábana blanca y desgastada después de haber cerrado mis ojos obligándome a realizar el último parpadeo. Un médico no perdería un segundo más por mi.

Y sin embargo, un médico estaría equivocado. Muy equivocado. 

viernes, 27 de diciembre de 2013

Ecos de silencio.

Sonará en mis entrañas un eco del pasado.
Aquel cobarde que fue la montaña dirá que ya era hora.
Pero ya sin besos, sin miradas, casi sin recuerdos...
La montaña sigue erguida creando eco de sonidos hermosos
y el eco muere sin dejar rastro.

Yesenia Pineda

jueves, 12 de diciembre de 2013

Te prometo...

Hola amigo! 
Te escribo para darte las gracias. Durante toda mi vida he sido una persona que siempre llevaba una sonrisa en la cara pero cualquier contratiempo, a menudo sin importancia, era suficiente para adentrarme en el pesimismo, en los pensamientos victimistas, en los por qués, en el repaso de todos mis contratiempos pasados como para recrearme en mi propia mala suerte. Te prometo, amigo, que eso jamás volverá a ser así. A partir de ahora aceptaré la vida con una sonrisa, con sus altos y sus bajos, sonreiré por cada pequeña cosa hermosa que pase ante mis ojos, ante cualquier recuerdo hermoso. Sonreiré porque ser feliz es una decisión. Eso no significa que no lucharé, ¡¡claro que no!! Significa que si no lo logro, aceptaré la derrota y entenderé que he ganado en experiencias, en conocimientos... Y sonreiré por lo aprendido.

Por eso te escribo, querido amigo, porque esta lección tan importante la aprendí de ti. Tu energía casi inagotable, tu lucha con la enfermedad con esas inconmesurables ganas de vivir, esa felicidad que no dejaste nunca escapar, tu valor al enfrentarte a ella así... como si nada, como si fuese algo tan simple como dar un sorbo de agua. Jamás pensaste en dejarte vencer, afrontaste cada día con toda la intensidad y no dejaste pasar una oportunidad de disfrutar la vida, y  en algunas ocasiones cuando todos pensaban que no podrías seguir adelante les demostraste que todo se puede cuando se quiere de verdad y que la enfermedad no decidiría por ti. Fuiste dueño de tu vida y también de tu muerte, un día decidiste que era el momento y dejaste que ocurriera, pero con esa grandeza de que no fue la muerte la que te venció, sino que tú decidiste dejarla llevarte porque ya habías vivido todo lo que querías vivir en este mundo. La dejaste que te llevara pero no le permitiste que ella decidiese cuándo, decidiste que no te marcharías sin despedirte primero, y esperaste a que me despertara para poder despedirnos. Querido amigo, tú con tu cuerpo pequeño y esa cabecita que tantos opinan que es de inteligencia inferior fuiste capaz de todo esto y yo no puedo ignorarlo, no tengo más remedio que admitir que tú has sabido VIVIR y has sabido MORIR, y yo quiero saber hacerlo como tú. Amigo mío, te prometo que esa enseñanza que ha sido tu vida la llevaré grabada a fuego, no sólo en mi piel sino también en mi mente, y cada día haré honor a ella, te prometo que te demostraré cuánto te he querido y te sigo queriendo haciendo lo más difícil: sonreír siempre, luchar siempre, no dejarme vencer nunca, como tú me has enseñado, y espero que cuando volvamos a vernos te sientas orgulloso de mi. 

Amado amigo, te doy las gracias por haberme enseñado a vivir. Nos vemos pronto. 
Te quiero siempre.
(A Gino)



(A Gino)

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Y colorín colorado...

De repente te vi y entonces dudé de mis propias convicciones. Sentí la sangre detenerse una milésima de segundo interminable que, irónicamente, aceleró el tiempo. Me encontré saludándote como si nada, como si la bofetada de realidad no me hubiese hecho daño al golpearme en el rostro.

No llegué a fingir, obligué a mi mente a olvidar que podía pensar en algo más que lo diplomáticamente correcto, y gracias a la práctica viajé en avión por los minutos que duró esa charla, pero eso no evitó que por una vez quisiera beber de tu sonrisa. Luego me alejé, alegre, hacia el terreno seguro de mi solitaria reflexión y a la lógica de los por qué no. 

Sin querer se me coló un por qué, el gran por qué, y caí en la cuenta de que "había una vez" una mirada encontrada con la que lograste por primera vez detenerme la sangre. Pero esta vez no viviré ningún cuento.

Yesenia Pineda.

jueves, 3 de octubre de 2013

Si yo te sucediese plenamente...

Si yo te sucediese plenamente conocerías ese amor que te aplasta y te eleva al cielo, que hace que te vuelvas pequeñito y enorme en un segundo, que te hace caer al vacío de una sensación que te domina, ese amor que sólo sucede en los libros. Si yo te ocurriese solo un momento, ahora, aprenderías... descubrirías que en este mundo contaminado de mentiras y materialismo yo sigo siendo una mujer de otra época, que reservo impolutos los terrenos del sentimiento y te lo tengo reservado entero y sin límites. No sé amar de otra manera... Y tú, en realidad, tampoco quieres ser amado de otra.

Yesenia Pineda.
Quise escalar una montaña que era mía. La había creado tras años de arrojar a un valle los despojos del pasado. Delante de aquella inmensa mole, observando la ladera, descubrí que estaba plena de vida, que árboles, arbustos y flores la habían cubierto. Ví volar hermosos pájaros y correr a las ardillas. "He creado algo hermoso de las sobras con sólo dejarlo estar", pensé. Me adentré en el camino y, mientras me pinchaba con una zarza llena de jugosas moras, el trino de los pájaros me acompañaba. Me senté a reposar bajo la sombra de un árbol sin percatarme de que entre sus ramas habitaba un enjambre que amenazó con atacarme, así que tuve que huir hacia el riachuelo inmaculado y sumergirme en sus azules aguas para protegerme. Me regocijé en lo hermoso del brillo del sol al reflejarse en este espejo líquido a la vez que sentí a las pirañas mordisqueando mi piel. Escapé, huí, corriendo, mientras mi cuerpo entero chorreaba sangre, y seguí corriendo hasta llegar a un pequeño llano repleto de flores aromáticas. Dejé que la brisa perfumada me acariciara para aliviar la quemazón de las heridas y cerré los ojos... Por eso no vi acercarse al lobo que acudió presuroso, alentado por el olor de la sangre, a cazar a su presa. Su gruñido me sacó de mi ensimismamiento y volví a correr casi sin ver a donde me dirigía... Sin darme cuenta había llegado a la cima, había escalado mi montaña de hermosos desperdicios, y cuando mis pies ya no encontraron suelo firme caí al vacío y me estrellé contra el suelo, al otro lado de la montaña. Mientras mi cuerpo pasado fallecía ante mis ojos mi cuerpo presente dejó caer un par de lagrimas, miró con nostalgia a la montaña y descubrió que no cambiaría ni un sólo grano de arena, ni un sólo árbol, ni un sólo peligro de mi montaña. Y aún más... la adoraba tanto que aunque me costase la vida, mi montaña era mi sitio y allí quería estar, quería vivir en ella alimentándome de las moras que crecían en la zarza que me pinchaba y de la miel de ese enjambre que me atacaría, beber de ese río repleto de pirañas, dormir en ese prado cada día y morir en las fauces de aquel lobo hambriento. No me importa... Te adoro.

Yesenia Pineda.

domingo, 29 de septiembre de 2013

"Big Crush"

Hasta los hielos más firmes se derriten, hasta las aguas más profundas se evaporan. Llueve sobre mojado y los charcos, al fin, se secan. Todo acaba en la niebla de fugaces recuerdos y sinceras nostalgias, y quiero sin quererlas nuevas tormentas que empapen el suelo desierto. Reconozco lo que ocurre: se acerca el invierno y se acaba tu mundo. Mis ojos se cierran mientras caigo poco a poco en el vacío y la nada. Es tu mundo agonizante el motivo por el que el mío se llena de lágrimas. Donde te guardé con la dolorosa avaricia del amor ahora te atesoro y espero, con los ojos cerrados y el silencio en los labios, tu "Big Crush". Llueve, por favor...antes de que me seque y me vaya.

Yesenia Pineda.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Canción de Septiembre.

Resignación sosegada mientras sus ojos se llenaban de ayer y silencio. Su voz a medias, contando un secreto, adornando la melodía con un susurro triste y sereno. 

Como la mano de un niño, su voz acariciaba cada palabra, cada secreto rozando su alma... ¡Y de repente se hizo fuego! Y la llama salió de sus adentros repleta de nostalgias, memorias y presentes desgarrados, quemando sus ojos y los de todos los presentes, volviendo cristal el vello y agarrando en un puño corazones y pulmones, arrojándonos sin piedad sus sentimientos más intensos, obligándonos a sentir in crescendo y sin tregua. Y ese fuego quemó recuerdos, pidió explicaciones, expió pecados y gritó auxilios lejanos... Y después no hubo restos de cenizas, sólo un humo sereno y lento cuyo aroma era percibido de forma distinta por cada uno de los presentes, pues cada uno le ponía el perfume de sus propios recuerdos. 

Yesenia Pineda.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Espejismos.


Permanece...
Tempestades que empapan el suelo caliente de finales de verano.
Nocturno. Me ilumina la luz brillante de inexplicable conocimiento que se enciende en mi mente.
Extraña calma que irrumpe a ratos, contaminada... 
¡Gritos!
Espejismo. 
El arco iris, lluvia y luz.
Permanece...
Yesenia Pineda.

sábado, 7 de septiembre de 2013

El grito

Yo creí que ibas a quererme desesperadamente. Soy así, me gustan los chistes malos y los amores eternos. Soy tu alma gemela, a la que expulsas de ese útero que es tu hogar y en el que te escondes. Soy ese perfume que se vuelve exquisito sólo cuando se mezcla con las feromonas de tu piel. Tú, esa melodía sin letra de notas dulces y amargas, ese ser que se dibuja perfecto en mis ojos y cuyos defectos describo como anécdotas encantadoras que mis labios saborearían como la miel más dulce, de esas tan deliciosas que jamás empalagan.

Tú, sumido en tus secretos y habitando en tu mundo inalcanzable, lanzando miradas tan plenas mientras tu boca pronuncia palabras inaudibles. Tu mirada... esa mirada, ¿por qué se llenan tus ojos si aclamas ufano su vacuidad? Tu mirada... ¿por qué se vuelven enormes tus pupilas cuando taladran el abismo de las mías?

Huyes, acaso, como un alma buscando una luz, dejando en mi mundo un vacío en el lugar sin fronteras en el que habitaban mi ilusión y mi sonrisa y dejándolo teñido de colores sin brillo ni contraste. No quiero vivir con tu fantasma... Lo veo (te veo), pero no puedo tocarte y si te hablo sé que jamás responderás. Tu fantasma me responde en ese idioma de ultratumba cuya gramática no quiero aprender. Le rezo a tu fantasma por ser lo único que me queda, y tu legado feliz me obliga al llanto escondido como si fuera un pecado. Te dejo marchar.

Tú, que crees que el tiempo sacará de mi esto que se desborda por cada poro, por cada miletro de mi cuerpo... ¿Cómo te explico que antes de que yo naciera ya estabas escrito en mí y que esto nació conmigo? ¿Cómo, si no me creerías? ¿Y para qué, si nada cambiaría? Te dejo marchar, aunque quisiera alargar mis manos y retenerte a pesar de que mis uñas salieran despedidas, arrancadas de mis dedos por tu apresurada partida.

Tú y yo... las piezas de un puzzle que forma la imagen inmaculada de un ideal para muchos logrado por pocos, la pureza y la simplicidad de lo natural y espontáneo, el equilibrio perfecto en un todo del que formamos partes iguales, lo que nunca creí que existiese y que me abrumó, me envolvió y me inundó demostrándome que mi corazón era aún más grande, tanto que podía cobijarte sin que te faltara un espacio para ser libre. Por eso te dejo marchar, porque te quiero de una forma que aún no se ha descrito, pero te quiero libre, y mientras te alejas te miro, gritándote todo esto en el más hipócrita de los silencios. Conservaré tu espacio eternamente.

Yesenia Pineda.

lunes, 12 de agosto de 2013

Abrazo aquello que será siempre mío aunque lo haya perdido, lo que siempre estará a mi lado aunque se haya ido. La distancia y el tiempo solo son circunstancias que sucederán alrededor de lo que fue tuyo y mío. No dejare escapar mi sueño hacia cualquier parte.

Me negaré mil veces.

domingo, 28 de julio de 2013

Convencimiento

No pienso separarme de ti. No hasta que me lo pidas o yo así lo quiera, no mientras ninguno de los dos lo necesite. No pienso alejarme de ti mientras tus ojos clavados en mi sigan haciendo llegar la primavera a rincones desconocidos de mi estómago. No lo haré mientras tus manos extraigan música de mi cuerpo como quien toca una guitarra. No me iré mientras a cada inspiración te este respirando como al más delicioso perfume. Me quedaré a tu lado porque no estoy dispuesta a renunciar a la suavidad de tus cabellos húmedos de sudor cuando mis manos se enredan en ellos ni a tu sonrisa hacia ninguna parte cuando piensas en dios sabe qué. Estaré aquí porque vuelves mi voz pequeña y dulce si las palabras se dirigen a ti. No pienso ir a ninguna parte, sólo me ocultaré aquí de vez en cuando, a la vuelta de la esquina, donde no me veas ni me oigas cuando sienta que no puedo evitar mirarte a los ojos y decirte que no me iré a ninguna parte donde tú no estés...
Y tú siempre me ves.

Yesenia Pineda.

miércoles, 17 de julio de 2013

Un desfile de película.

El sonido del escándalo se fue acercando. Era un desfile que entretenía al pequeño pueblo Negro en las cálidas noches de verano y que se repetía a diario. Y ese día estaba dedicado a "Lo que el viento se llevó", esa película que te hace poner a dios por testigo para muchas cosas.

A la cabeza, Red Butler repitiendo incansable una y otra vez: "francamente, querida, me importa un bledo". Lo repitió tantas veces que todos acabaron pensando que le importaba demasiado. Ya nadie se fijaba en su bigote señorial ni en sus cuidadas maneras, nadie se percató de sus ropas exquisitas, sólo oían su voz una y otra vez hasta hacer oidos sordos.

Seguidamente teníamos a Escarlata sonriendo con aire triunfador y mostrando sus joyas y vestidos. Todos se fijaron sin embargo en los pies descalzos y sucios de barro y hollín que asomaban bajo las suntuosas telas a cada paso que daba. Enfadada, alzó su brazo al cielo y gritó: "jamás pasé hambre". Pero todos sabían que exprimir a Red como una naranja solamente le había dado el zumo necesario para quitarse la sed durante un rato.

La última en la comitiva era la bonachona y abultada señora de color que perseguía a Escarlata susurrándole buenos consejos y esforzándose por apretarle el corsé para intentar hacer de ella la señora que nunca sería. Escarlata sin embargo estaba cegada por el lujo y la criada se quedó atrás como una apestada pero sonriendo. Ahora era libre y solo se apretaría su propio corsé.

El pueblo Negro observaba la representación con sumo desconcierto. Mientras se acercaban a la salida del pequeño pueblo los habitantes fueron olvidando poco a poco todo lo que acababan de ver. Ya esperaban  el desfile del día siguiente con expectación. Red salió del pueblo perseguido por Escarlata, que se negaba a volver a la pobreza, mientras la feliz que logró salir de la esclavitud decidió quedarse en ese pequeño pueblo donde pronto todos sabrían su nueva historia como si nunca antes la hubieran conocido.

martes, 16 de julio de 2013

Impronta

No me importa compartir contigo el aire, que mis pulmones respiren tu dióxido de carbono y me contaminen. No deseo otra cosa que llenarme de lo que tú prescindas para conservarte eternamente formando parte de mi. Son los secretos de tu silencio los que me han hablado tantas veces que reconozco tu voz en tu mirada cuando tus ojos, casi ciegos, me miran en sencilla y genuina adoración. El tiempo se detiene, mi ser se transforma en una pueril e inocente copia de mí misma y te devuelvo el amor en su esencia más intacta.

Es junto a tu cuerpo tibio, mientras tu avanzada calvicie, tu delgadez y tu ahora constante sopor son el recuerdo de tu entrega al cuidarme incluso cuando se acerca tu partida, donde todo desaparece. Tú y yo, solos, en nuestra burbuja, donde no permitiré que entre nadie más. Tú y yo, para siempre, aunque te vayas y mi sangre busque tu dióxido de carbono con la misma ansiedad que busca el oxígeno. Tú y yo, porque tu compañía sencilla fue paño de lágrimas, frío en la fiebre, sonrisa que comenzó en tus labios y continuó en los míos. Tú y yo eternamente en el pasado y el presente, donde no permitiré que te vayas. 

Mírame siempre, serás tu quien ves que sigo agarrándome con fuerza a tu desordenada melena. Te conservare en mi ADN y nadie, jamás, podrá sacarte de mi. Eres parte de mi. Me río de la muerte... Esa ilusa pretende separarnos sin percatarse de que sólo podrá llevarse tu cuerpo agotado. Tu siempre  estarás vivo en mi porque te quiero. Para siempre.
GINO
20-12-2000 a 08-10-2013
"Nos vemos pronto, amigo"

viernes, 17 de mayo de 2013

Perdón

Tan perfecta y tan maldita. Jamás entenderé tus silencios. No sabré comprender tus incongruencias. Su nombre es Mentira. Podrías darme el sol, pero siempre en sombra. Podrías entregarme el arco iris, pero siempre en blanco y negro. Podrías sacrificar tu alma y entregarla en el infierno y yo no ganaría ni un "gracias" porque ya es suya.

¿Cuántas lágrimas tiene un silencio? Muchas, pero siempre menos que una máscara repulsiva de beldad falsa. Charlatán. Tú siempre serás un proyecto, un gran hombre en potencia y un aviso de alerta en el acto. Del por qué creo que nunca sabré, pero válgate saber que aunque quisieras ya no llegarías. Fuiste tanto con tan poco entregado que se te quedó corta la vida.

Yo me miro. ¿Qué has hecho conmigo? Sentir tus pasos en mi espalda torturan el sacrificio al que me obligo. Mis aprendizajes más que repetidos se intentan abrir camino con rabia luchando contra tu hegemonía. Hoy Napoleón ganará mil batallas, pero su mano abrazará siempre con furia su estómago doliente, agonizante.

Llora, por favor. Por una vez en tu vida, de verdad, dejando que tu alma rompa a gritos. Llora. Sólo entonces te perdono.

lunes, 13 de mayo de 2013

Dos personas.

Dicen que tarde o temprano cada cual tiene lo que se merece, aquello que equilibra la balanza de lo bueno y lo malo que ha hecho en la vida. Dicen que hay que tratar con respeto, que si eres justo, si valoras a los demás tanto como a ti y les cuidas tanto como a ti mismo nadie tendrá motivos para hacerte ningún mal. Dicen que cuando eres intachable en lo moral nada turbará tu conciencia y la felicidad llegará tarde o temprano. Dicen que si eres bueno irás al cielo. ¿No será que aquel que vive un infierno en la tierra cuando muere va al cielo ya que por fin descansa?

El incesante vaivén de la vida nos empuja de un lado a otro, casi como si fuésemos en un barco que navega bajo la más cruel tempestad, tanto que sentimos que no importa qué y cuando lo hagamos, pues todo se escapa a nuestro control y elige su propio camino, nos vemos obligados a tomar la única decisión que nos queda como opción. Nuestra vida deja de ser elección nuestra.

Es curioso cómo la crueldad, el egoísmo, la mentira y la maldad triunfan mientras que la bondad es humillada, sufre abusos y llora de ese dolor nacido de la injusticia que nada ni nadie puede ya curar. Es la sensación de que la bondad no vale la pena, de la esperanza perdida. El mundo no es hermoso, está cubierto de crueles sonrientes y buenos dolientes.

De vez en cuando la vida te sorprende y encuentras una bondad que te comprende. Rara vez es comprensión completa, pero cuando ocurre es lo más maravilloso que pueda sucederte... durante unos segundos. La extrema comprensión, el completo entendimiento, estar en el mismo barco sólo te aporta alguien a quien agarrarte y con quién llorar mientras el barco se hunde.

Miradas desesperadas que gritan: ¿por qué? Miradas tristes que se aseveran: no podemos arreglarlo. Quizá algo de prepotencia al pensar que si todos estuvieran en nuestro mismo barco el mundo sería un lugar mejor, que entre todos lograríamos salvarlo de la tempestad y llevarlo a aguas mansas, cielos azules e islas paradisíacas. Conversaciones sobre sueños irrealizables y mundos ideales. Quizá todo una utopía inútil y algo infantil, pero al menos alguien no te preguntará por qué lloras cuando te vea llorar, sino que mezclará sus lágrimas con las tuyas.

Y la vida, en su infinita crueldad, vuelve a agitar el barco, llevándose la comprensión a un universo lejano de donde parece que no volverá. Aquel viajero de tu barco marcha en una lancha de salvamento pues es la única decisión que le queda como opción. Tu barco se queda sólo, contigo al mando, y el mar bravío. Sin embargo hay algo que la vida no puede quitarte. A pesar de que la vida te enfrente a aquellos que algún día lloraron contigo cuando todo pasa, todo deja de importar... entonces ves que esa persona sigue ahí, llorando contigo. Y quizá parezca esto una historia de amor, y posiblemente en realidad lo sea: la historia de amor más auténtica de dos personas que no están enamoradas.

domingo, 12 de mayo de 2013

Un mundo de cristal.

Cuando llegó, con su máscara arco iris y sonrisa abierta, quiso fabricar el mundo con todo lo que salía de su boca. El aire se llenaba de fantasía y los oídos caían rendidos ante los pies de la máscara. Hablando no decía nada, sólo conseguía entretener a la muchedumbre contando historias inauditas, experiencias excepcionales. Pero la máscara sólo era una boca, y la cinta que la sujetaba precariamente no encontraba sujección, pues orejas no tenía. Por eso nadie era oído, sólo entretenido.

Cuando el ajetreo de la vida fue agitando la cabeza de la máscara ésta caía, poco a poco pero inexorablemente, y no había mano capaz de arreglar el desastre inminente. El arco iris se estaba transformando en agujero negro que succionaba y destruía todo a su paso. El agujero negro se hacía cada vez más grande, ocupando cada vez más el espacio, invadiendo los espacios ajenos y corrompiendo, destruyendo... y exigiendo más.

Nada es suficiente. El agujero negro siempre tenía hambre. Más, y más, dejando al mundo sin nadie más que su existencia negra. Un día quiso comer y no encontró absolutamente nada, únicamente a sí mismo. En su infinito egoísmo, en su infinita ambición, había devorado todo y a todos los que le rodeaban. Sólo le quedaba una opción: devorarse a sí mismo.

Y la pena lo consumió volviéndolo pequeño, imperceptible... y negro... irremediablemente negro.

- Yesenia Pineda -

miércoles, 6 de marzo de 2013

Aquellos que lloran

Este papel se llenó de palabras justo después de que la esperanza se volviera un recipiente vacío, un terreno árido y desnudo, justo después de ver en los ojos del destino la promesa de la nada, en el momento exacto en el que del terreno nació un pequeño brote debilucho y frágil. Estas palabras no son más que el fruto de un dudoso renacimiento, pendiente de un hilo, a ratos moribundo. Y como este mal llamado fruto está herido casi de muerte, agujereado como aquel barco que hizo aguas tras chocar con el iceberg, de vez en cuando se asoma por él un gusano hambriento cuya misión es, únicamente, devorar sin piedad cualquier sano y jugoso trocito del antiguamente lozano fruto.

Y ya que me puse a escribir, aprovecho para dar mi más sentido pésame a todos aquellos que jamás perdieron, pues nunca sabrán apreciar el valor de lo logrado. Yo fui pequeña y sencilla, desapercibida y valiente, secretamente consciente, y mientras me consumía en la cárcel de opiniones ajenas fui libre de ser en mi mundo infinito. Un día, además, me volví valiente y quise volver real mi mundo imaginario. El dolor vivió entonces su momento glorioso, se mostró ante mí con toda su extraña belleza, con su implacable certeza y yo me abracé a él, aceptándolo como parte de mi, pues en él y no en el efímero esplendor de la despreocupada sonrisa se hallaba la posibilidad de la grandeza futura. Me forjé cual herradura artesanal. Y ahora me pregunto si tanto esfuerzo tuvo alguna vez sentido...

Es fácil dar consejos desde la seguridad de la distancia, donde nada es tuyo y nada duele. Todos miramos con cierto aire de superioridad ante la banalidad de los problemas ajenos. Nadie es enteramente parte de ti mismo. Ni el mejor de los oradores es capaz de llevar la empatía a su máxima representación. Quizá porque lees y te identificas crees que me comprendes, que te comprendo, que no estamos solos, y ahora me toca a mi lucir esa mirada de superioridad para decirte que eso no es más que una estúpida ilusión de tu propio mundo imaginario, ese en el que llevas viviendo desde niño y que eres demasiado cobarde para mostrar abiertamente a los demás. Ahora sonríe, justo así, con ese aire de superioridad del que hablábamos antes, resopla con cierto desprecio, si gustas. Yo sé que tus ojos están luchando por contener las lágrimas pero puedes estar tranquilo: yo no se lo diré a nadie. Ahora haz click en cerrar página y vete de mi mundo de la misma manera en la que has entrado: refugiado detrás de un montón de pixeles. Vuelve a tu mundo repleto de cobardes.

lunes, 18 de febrero de 2013

Cumpleaños feliz...

Feliz cumpleaños... dicen... Como si por el hecho de serlo el mundo confabulara a tu favor... Mentiras. Feliz cumpleaños era aquel que celebraba con dos coletas coronadas con un lazo rojo, cuando al abrir los regalos un cuerpo de plástico y diminutos vestidos de tela significaban un abrazo... ¡Felices cumpleaños eran aquellos en los que soplar las velas era motivo para sentirse especial!

A medida que los años pasan comienzas a querer sostener el mundo sobre tu espalda, cada vez más, y más... y aunque a menudo sientas que las energías se agotan, sin saber de dónde, aparecen nuevos brazos para sostener más peso. Felicidades... dicen... Y la mayor parte de los que lo dicen lo saben... No existen...

Me desperté hoy, igual que ayer. Mi alrededor vacío y el corazón doliente. ¿Feliz cumpleaños? El lametazo de un perro me abrazó y yo le devolví el abrazo más auténtico que he sentido nunca. Él se entregó a mi abrazo, con una resignación gustosa, con entrega absoluta algo turbia por la fuerza de la costumbre. A ti soy capaz de perdonarte el rechazo... pues conozco tu forma distinta de entender el mundo, de ver lo que ves y sentir lo que sientes. Aún así, te agradezco el abrazo. Tú lo dijiste en serio: Feliz cumpleaños. No sabes que no existe...

El cielo amaneció de carbón y, sin saber por qué, quiso ponerse poco a poco azul pastel... y así lo hizo. Mirándolo me pregunto ¿cuándo? Y cuando creí que el timbre del teléfono me respondía... sólo era otra felicitación de cumpleaños... y otra más... No importa, lleguemos a veinte. No las desprecio, las agradezco con todo el corazón... pero cuando se instala la consciencia ya no puedes correr el velo y volver a la fantasía, a la ilusión... Me arropan con sus felicitaciones, y yo sonrío y les deseo abrazos dados con todo mi corazón, pero mientras un puñal de dolor me lo atraviesa como torturado por una dominatrix...

Me miro al espejo... Aquellos ojos vivarachos, luminosos e inocentes están turbios, como el agua contaminada por los desarrollos de la edad contemporánea, parecen lucir con resignación un velo oscuro de experiencia... En sus comisuras, como incipientes lágrimas, están apareciendo las primeras huellas del tiempo. Ese nuevo cabello que hace unos días se volvió color de nieve me acaricia la cara recordándome que estoy a merced del tiempo. ¿Quién refleja esa imagen? La niña de las coletas rojas se ha marchado para siempre.

Allá donde estés, pequeña, a la que nunca supe cuidar como debiera.... Feliz cumpleaños.
Perdóname por convertirte en mi.

martes, 12 de febrero de 2013

Estuve un día...

Hoy estuve... mañana no lo sé.
Estuve pero nadie me veía,
aunque nadie me escuchaba...
Mis manos buscaban
pero nada conseguían...
Nadie secó las lágrimas
que por mi interior corrían.
Hoy estuve con los labios cerrados
y el ansia despierta,
se secó el río que quiso ahogarme,
me quedé seca, y vacía.
Me buscarás, y lo harás desde abajo.
Hoy, que estuve, no me miraste...
mañana querrás verme y no estaré.
Así que
ven
aún no es tarde...
hoy que estoy
¡Abrázame!
-Yesenia Pineda-

domingo, 13 de enero de 2013

Sótano

Su sonrisa esperó, paciente, a que llegara la noche y se abriese la puerta. Después, un portazo tímido sería el telonero de un repiqueteo sordo de pasos. "Buenas noches", díría, y le responderían de la misma manera. "¿Qué has hecho hoy?" Y el secreto le anudó la garganta, como una soga trenzada por las manos rudas de un campesino anciano. "Nada, aquí", contestaría, mirando al suelo. "¿Y tú?", preguntaría presurosa para intentar ocultar su nerviosismo. "Pues yo te estuve llamando todo el día y no contestó nadie. Aquí no estabas". Con ojos impregnados de amenaza la haría buscar una explicación, y ella balbuceando diría cualquier cosa inventada, encontraría una historia imperfecta para crear una excusa inútil. Él se acercaría lentamente, transformándose a cada paso en un gigante imbatible, y mientras él crecía ella se hacía pequeña, cada vez más y más, queriendo encoger hasta alcanzar el tamaño de un átomo diminuto y escapar corriendo hasta un lugar donde nunca pudiera encontrarla. Sentiría la primera punzada de dolor con los ojos cerrados, y después todo sería como las imágenes de una antigua película en blanco y negro, de las de cine mudo, donde la historia sucedía a trompicones.

El miedo la despertó y recordó entonces que ya no volvería a pasar. Aquel día él había llegado y, tras las respuestas que él había considerado inaceptables, había actuado tal como ella esperaba, pero ella le sorprendió... Lo tenía allí abajo, encerrado entre los muros del sótano del pasado. Sonrió y susurró: "Buenas noches".