REPRODUCTOR MUSICA

sábado, 16 de julio de 2011

El ritmo del silencio

Silencio.

Aunque sigo oyendo gritos en mi cabeza, mi boca calla, está bajo mi control. Imágenes oscuras a veces, de un cegador azul eléctrico otras... las más, con diferentes tonalidades de grises.  Pero siempre,

Silencio.

Explosiones mudas. Nacen seres minúsculos que viajan a toda velocidad por mis venas y arterias armados con pequeñas plumas. A veces bombean también los manantiales de mis ojos casi hasta desbordarlos. Y todo ello en el más rotundo y absoluto

Silencio.

Arriba y abajo, una montaña rusa con lentas subidas y súbitos descensos. En su travesía nadie grita. Cientos de labios inferiores son mordidos para que no escapen sonidos prohibidos. Los rebeldes quieren alzar sus voces, dejarlas escapar libres al viento. Pero los guardianes acechan...

Silencio.

Ahí está ese orate que quiere atreverse a romper la norma, lucha con fiereza contra las cadenas que lo atan y no ceja en su empeño de arrancarse la mordaza, llenar de aire sus pulmones enormes, abrir hasta el infinito su boca a estrenar y contaminar su garganta con el crimen prohibido. Y después, pena de muerte o rebelión de los reprimidos. Pero ya nunca más habrá

Silencio.

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