Susurro palabras mudas al oído de tu cerebro y me sorprendo, pues de repente me miras. Me quieres, te quiero y te sonrío. No te estremezcas, sólo voy a darte un beso. Intuyo tu sonrisa y me miro en el reflejo endulzado que me devuelven tus ojos, los ojos más oscuros y brillantes que he visto jamás. Tu rostro se vuelve amable si me mira.
Por fin veo que no soy la única capaz de andar a tientas.
Yesenia Pineda.