REPRODUCTOR MUSICA

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Sólo un poema


A veces al soñar dejo los ojos abiertos
por ver si a través de ellos,
cual puertas entreabiertas,
logran salir mis sueños.
Y son así, tan inmensos...
Sólo logran asomarse
y regresan muy adentro.
Dejad que se me pase...
pronto... que el dolor se evapore
como agua hirviendo.

De la luna nace una lengua de plata
que viene a llevarse
grano a grano
tu recuerdo inmaculado.
Yo me aferro, ya sin fuerzas...
luego lo suelto,
y me alejo.
Con canciones de agonía vienen a verme mis sueños.
"Me gusta escucharte aquí sentada
en el suelo, junto a la hoguera.
La llama ilumina tu rostro
y a mí su calor me quema".







Entre sentimientos y miradas marchó el tiempo, galopando.
Las palabras murieron ahogadas.
El calor sigue quemando.
Las lenguas de plata me besan, traidoras,
mis pies pequeños, descalzos.
Nadie canta tus canciones.
Tu guitarra permanece sola,
ella sola, aquí sonando.


Texto: Yesenia Pineda.
Fotografías: Yesenia Pineda.











martes, 20 de diciembre de 2011

Un hogar en el abismo

Miras a tu alrededor y te das cuenta: no hay nadie, sólo estás tú. Entre diversas formas de alegría y jolgorio la gente vive, pero tú llegas a entender la magnitud de tu soledad. Sientes el peso que cae sobre ti y a la vez que tu ánimo encoge las pupilas se tiñen de un color indeterminado con nombre de sentimiento. Es triste averiguar que existen varios tipos de sonrisas. Ver la alegría infantil te pone triste, porque entiendes que aquella época pasó y nunca supiste ver que tu inocencia era una causa y que a su consecuencia ahora la llamas felicidad. Aprendes a vivir un momento de plenitud a través de la risa de un niño que la mayoría de las ocasiones ni siquiera conoces. Admiras la belleza que te rodea, con ansia, como si una camisa de fuerza te impidiera tocarla y poseerla. Ves gente en todo lo alto que no sabe sonreir mientras tú aún sonríes con cualquier excusa en un infructuoso intento de subir un peldaño. Gente en todo lo alto que desprecia lo sublime mientras tú no dejas de apreciar lo ínfimo. Te agarras a lo pequeño como si así lograses levantar la losa que te aplasta. Pides ayuda a gritos y nadie parece oirte.

No encajas.

Ningún lugar es tu lugar.

Tus momentos pasan veloces y tus tristezas se quedan incluso en tus alegrías. Buscas sin hallar, temiendo que no exista. Las ilusiones se derramaron por el camino y mirando atrás en lugar de ver un camino trazado ves el abismo al que has caído. Lo hermoso te pone triste y te hace llorar con una tristeza que jamás imaginaste, un llanto que dejó de ser angustia para convertirse en resignación. Ninguna verdad que haya pasado a la historia y perdurado a través de los siglos puede ya convencerte de su certeza. El desánimo te ha poseído y ya la soledad es una compañera, a veces más deseable que cualquier persona pues, al fin y al cabo, jamás llegará a culminar esa comprensión profunda que esperas. El silencio, al menos, no pronuncia palabras estúpidas o vacías. Si te miras al espejo, justo en lo más oscuro de tus pupilas, encontrarás esa resignación. Seguidamente, miras el rostro donde habitan esos ojos ya casi desconocidos y tus manos querrán romper el espejo.

No encajas.

Ningún lugar es tu lugar.

Ni siquiera tu propio cuerpo.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Una mala noticia



VérTIgO.

Ojos desenfocados.
Las piernas no me 
                    sostienen.

Mis manos no hallan donde asirse.

        Equilibrio perdido.
No hay rumbo fijo.

Descenso al 
               * 
               *
               abismo.